HUESOS DE CRISTAL
HUESOS DE CRISTAL
La osteogénesis imperfecta, también conocida como enfermedad de los huesos de cristal, es un trastorno de origen genético en el cual los huesos se rompen con facilidad. La prevalencia de esta enfermedad se estima entre 1/10.000 y 1/20.000.
Causas:
La osteogénesis
imperfecta es una enfermedad que está presente en el momento del nacimiento. Está
causada por un defecto en el gen que fabrica una proteína llamada colágeno tipo
1, que es un componente fundamental de los huesos lo que provoca que éstos sean
más frágiles y débiles de lo normal.
La mayoría de los casos se heredan de uno de los padres, aunque hay casos que la mutación genética ocurre espontáneamente en el momento de la concepción.
Signos y síntomas:
Se han identificado cuatro tipos clínicamente
diferentes de OI. La principal característica de todas ellas es la fragilidad
ósea, que se manifiesta con fracturas múltiples esporádicas.
Tipo I: es la más
frecuente y la más leve. Las fracturas ocurren mayoritariamente en los años
previos a la pubertad y disminuyen después de ella. La estatura de estas personas
es normal o ligeramente baja. No hay deformidad en los huesos y los pacientes
presentan esclerótica (blanco de los ojos) de color azulado.
Tipo II: es la
forma más grave. Los pacientes nacen con múltiples fracturas, deformidades en
los huesos y graves problemas respiratorios. Resulta letal para la mayoría de
los pacientes.
Tipo III: es la
más grave después del tipo II. Los síntomas incluyen numerosas fracturas (dentro
del útero), estatura muy baja, malformaciones óseas y discapacidad física que
empeora con el tiempo, tórax hundido o protuberante y problemas respiratorios,
dientes frágiles, columna vertebral curvada (escoliosis), esclerótica azul o
gris y rostro triangular.
Tipo IV: es similar al tipo I pero con deformidad en los huesos, decenas de fracturas que disminuyen después de la pubertad, estatura baja, escoliosis, dientes quebradizos, esclerótica azul o blanca, tendencia a formar hematomas y puede haber pérdida de audición en algunos casos.
Diagnóstico:
Si se trata de un
caso de OI moderado o grave, los médicos suelen diagnosticarla durante el
embarazo mediante una ecografía.
En caso de que
existan antecedentes familiares con la enfermedad se puede realizar una prueba
de ADN para detectar la mutación del gen que la causa.
En otros casos los
médicos se fijan en la presencia de fracturas óseas frecuentes o inexplicables,
problemas dentales, la esclerótica de tonalidad azulada, la baja estatura y
otros síntomas o signos indicativos de esta enfermedad en el niño.
Tratamiento:
El manejo de la
OI necesita un equipo multidisciplinar de especialistas experimentados en:
medicina, ortopedia, fisioterapia y rehabilitación. La meta consiste en prevenir las fracturas, tratarlas
adecuadamente cuando ocurran, preservar la movilidad y la independencia, y
reforzar los huesos y los músculos.
Para ello se
realiza prevención de fracturas y un correcto tratamiento en caso de que
ocurran. La fisioterapia puede ayudar a desarrollar la fuerza muscular y las
habilidades motoras, incrementar la capacidad aeróbica y mejorar la respiración.
Los niños que lo necesiten pueden aprender a utilizar dispositivos de ayuda. Los
médicos pueden recetar medicamentos que refuerzan los huesos, al aumentar su
densidad ósea, lo que reducirá las probabilidades de ulteriores fracturas óseas.
Por último, la cirugía puede ser necesaria para reparar una fractura o una
deformidad ósea. Los cirujanos también pueden colocar barras metálicas en los
huesos largos para prevenir posibles fracturas.





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